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jueves, 26 de septiembre de 2019

El daño que el estrés provoca en el corazón

Un día duro en la oficina, atascos volviendo a casa, recoger a los niños, preparar la cena y hacerse cargo de la casa. ¿Qué tienen en común? El estrés que genera en aquel que vea su rutina diaria llena de estas actividades, que ve cómo no quedan horas en el día para descansar lo suficiente y que su vida se ha convertido en una espiral de responsabilidades sin espacio para una mínima relajación.

Las obvias consecuencias de estas rutinas frenéticas en el día a día repercuten también directamente en el corazón de las personas. Por si fuera poco, añadirle a unos hábitos de estrés el tabaco, el alcohol o una alimentación poco saludable y alta en sal conllevan que el sistema cardíaco pueda sufrir consecuencias aún más graves. De hecho, los espacios de trabajo son junto a los hogares los lugares con más paradas cardíacas, dado que son muchas las horas que se invierten allí y el estrés puede ser un agravante, de ahí que vaya aumentando el número de empresas con un desfibrilador en sus instalaciones.

Efectos del estrés
Estos ritmos de estrés arrastran cambios serios en el cuerpo, como es una tensión extra en los músculos, incremento de la frecuencia cardíaca, se multiplica la presión arterial, el corazón late más rápido y el organismo demanda más oxígeno, lo cual conlleva una mayor exigencia para el corazón y posibles anginas de pecho en personas que ya padezcan problemas cardíacos. El sistema nervioso también expulsa más hormonas, como cortisol o adrenalina, que hacen crecer la presión arterial y dañan las capas interiores de las arterias, pues pueden endurecerlas o aumentar su grosor, generando arteriosclerosis.

A su vez, el estrés provoca que haya más colesterol en sangre, provocar infartos en personas que ya padezcan del corazón o aumentar los niveles de las plaquetas. Estas células son esenciales para la coagulación, pero su presencia excesiva puede obstruir arterias del corazón, bloquearla y provocar un infarto.

Cada persona, en función de su forma de ser y de sus circunstancias, gestiona de una u otra manera el estrés y las rutinas aceleradas tan presentes en la actualidad. El estrés es un factor de riesgo cardiovascular, especialmente si se suma a los agravantes antes mencionados y presentes en la vida de grandes cantidades de personas.

Dentro de que el estrés es muy particular y que no todas las personas lo sienten de la misma manera, existen unos perfiles acercan de la personalidad de quienes pueden padecer un mayor riesgo de incidencia cardíaca. Se trata, según estos análisis, de individuos muy competitivos en los aspectos de su vida, muy pendientes del éxito y apegados al trabajo, de modo que no pueden desconectar de sus obligaciones cuando llega el momento de descansar.

Luchar contra el estrés
Para todos aquellos que consideren que tienen demasiado estrés en su día a día, existen unas recomendaciones muy a tener en cuenta en busca de la relajación o, al menos, de suavizar el frenetismo de la vida. Técnicas como el yoga o la meditación tienen muchos adeptos, pero hay más opciones, como un paseo dedicado a la contemplación en el marco de un espacio verde.

Otros consejos son recuperar hábitos normales que con una vida sofocante no siempre se pueden realizar, como es el deporte o algo tan sencillo como sentarse en silencio 10 minutos diarios y concentrarse en la respiración. Socializar con los amigos para pasar un buen rato, un buen libro o película o recuperar esa afición que todos tenemos pero que las responsabilidades impiden realizar más a menudo.

El estrés es un enemigo importante de la felicidad y de la relajación, así como del corazón. Por esta razón es fundamental no olvidar que el descanso y el ocio también son importantes para tener una vida saludable y no exponerse a los perjudiciales efectos del estrés.

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